miércoles, 11 de diciembre de 2013

En crisis doblamos los precios...

Durante julio de éste año se han incrementado las tasas en un 200%.


Por todos es conocida la actual situación económica que atraviesa el país, y los amantes de los animales no se libran de hacer sus números para cuadrar los meses sin terminar en bancarrota.

La alimentación, el mantenimiento, las vacunas, los antiparasitarios, los accesorios y para los más precavidos, el seguro. Éstos son los gastos más habituales para el dueño de un animal de compañía.

Por suerte, los propietarios más responsables podían beneficiarse, hasta ahora, de un precio justo a la hora de adoptar un animal en la perrera compostelana, pagaban antes del verano 130€ como mucho por un cánido hembra de más de 20 kilos, por lo que, llevarte a casa una fiel compañera cruce de pastor alemán resultaba medianamente asequible para cualquier bolsillo.

Todo cambia durante el verano, esa época en la que la gente está demasiado ocupada en sus quehaceres estivales como para enterarse de primera mano de los cambios que puedan ocurrir en una perrera municipal, pues es entonces cuándo, premeditadamente o no, se procede a votar en el Patronato y por mayoría, aprobar, las nuevas tasas de la perrera y sobretodo la nueva forma de dar en adopción a los animales, sin castrar!

A continuación podemos ver las nuevas tasas.


Como puede observarse, los precios se desglosan según lo responsable que quiera ser el adoptante, es decir, si el adoptante es responsable y desea que su compañero salga castrado para evitar males futuros pagará entre 130€ y 220€ en el caso de los perros y 75€ y 85€ en el caso de los gatos. Sin embargo si el adoptante desea adquirir la responsabilidad en un futuro, no adquirirla jamás o cualquier otra tropelía como criar incontroladamente decenas y decenas de cachorros, pagará una tercera parte en el caso de los perros (70€) y la mitad en el caso de los gatos (35€). Es fácilmente deducible que la responsabilidad es un mal que se paga caro, muy caro.

Entre los usuarios de la perrera, demás personas y colectivos relacionados con el bienestar animal, se coincide en que éstas medidas recaudatorias terminarán siendo todo lo contrario y terminarán por mermar aún más el número de adopciones y aumentarán entre pseudo-criadores, cazadores y dueños irresponsables que pronto verán recompensada su buena acción con camadas indeseadas que no dudarán en dejar abandonadas en cualquier lugar o depositadas en una caja a las puertas de la perrera como ya sucede habitualmente.

Además los procesos de seguimiento post-adopción son inexistentes por parte de la perrera y sus voluntarios, por lo cual, una perra adoptada hoy podría ser usada para criar o cualquier otra barbarie mañana mismo sin que nadie se enterase ni sospechase lo más mínimo. Acciones que difieren completamente con la forma de actuar de asociaciones y refugios responsables.

Tendremos que esperar a los informes anuales que la gerente entrega a los miembros del patronato para ver si las medidas han surtido el efecto deseado, sin embargo, dada la economía actual, el aumento de tasas y la posibilidad de adoptar animales con disponibilidad de criar y de manera económica, hace prever los peores augurios para la perrera y sus pequeños habitantes.

Una gestión deficiente parece ser el desencadenante de la crisis económica interna.


La gerente Paloma Aguirre justifica en la web del ayuntamiento compostelano el aumento de tasas porque las anteriores suponían un impacto económico importante para la entidad, y añade que aún así en cualquier clínica saldría todo más caro. Teniendo en cuenta, que la perrera ya recibe una suma importante de dinero por parte de los miembros del patronato, entre otros, y que son los ciudadanos y futuros adoptantes los que costean esa suma, es fácil ver que se está pagando dos veces lo mismo y aún así no es suficiente.



Y es que los frutos de la mala gestión por parte de la gerente se hacen más que evidentes según pasa el tiempo, a la vista están los malabares económicos que tienen que realizar en prejuicio de las vidas que caen en sus manos de forma tan desafortunada. En su momento, y después de estudiar las estadísticas y diferentes centros, varias asociaciones dejaban ver que la perrera estaba muy mal gestionada y que su gestión era totalmente deficitaria. Indicaban que de no paliarse la situación, la privatización era más que probable en un corto espacio de tiempo, incluso se llegó a pedir una auditoría externa sin resultado alguno.